Las Leyes de Evolución del Hombre – Vicente Beltrán Anglada

Conferencia de Vicente Beltrán Anglada en Barcelona, el 1 de agosto de 1974.

Vicente. –… interesante, por cuanto se trata de resolver el problema de la finalidad de los seres humanos. Al hablar de leyes espirituales, y son múltiples, puesto que arrancan de una sola ley universal de vida, vamos a hablar, principalmente, de dos grandes leyes, siguiendo el principio, digamos, divino, que rige todo el proceso, y haciendo algunas escalas en el camino, deteniéndonos ante ciertos hechos y ciertas circunstancias comunes a todos los seres humanos, y cuya finalidad es la integración completa del ser, resolviendo eso que técnicamente llamamos evolución.

Quisiera tratar, primero, exactamente, qué es evolución. Todos tenemos una idea de lo que es evolución, la evolución es el paso que va desde el deseo de progreso inmediato, desde el punto donde estamos situados, hasta la meta asequible a nuestra razón y a nuestro entendimiento, y al esfuerzo que hay que realizar partiendo de este cero de posibilidades hasta un cien por cien de posibilidades absolutas por la cuales y para las cuales ha sido programado el ser humano por la Divinidad. La evolución, por tanto, tiende siempre hacia un arquetipo, hacia algo superior a nuestra manifestación inmediata, y este proceso, este incentivo, este paso hacia esta posibilidad, hacia ese arquetipo, no se refiere únicamente al ser humano, sino que abarca en su dilatada esfera de expresión todo el Esquema planetario, y todos los Sistemas cósmicos que podemos percibir a través de los sentidos, mirando el cielo estrellado, o hurgando en las reconditeces de la razón más profunda. Evolucionan, por tanto, los reinos de la naturaleza, evolucionan las razas, evolucionan los átomos, las células, buscando siempre una superación de perspectivas actuales, y ahondando y profundizando cada vez más y más en este incesante proceso de descorrer los velos del tiempo, buscando la causa suprema como es la eternidad, de nuestra procedencia y de nuestro origen.

Las razas evolucionan según diseños arquetípicos marcadas por cada subraza. Los colores evolucionan también según el diseño de una luz blanca, hacia la cual parece ser que tienden todos los colores de la naturaleza. En la escala, o en la gama de sonidos de la naturaleza, también en número de siete, se busca una nota única de la cual proceden todas las notas de la naturaleza, teniendo en cuenta que cada elemento vivo dentro de la naturaleza está emitiendo una nota, que esta nota tiende a purificarse y a hacerse cada vez más sutil y al mismo tiempo más sublime. Todos (los elementos) buscando la armonía de funciones integrales reflejados en el arquetipo de un sonido, de un color o de un estado de conciencia.

Cuando avizoramos las perspectivas de un estado de paz, de silencio, de recogimiento, cuando la mente cansada del tormento de pensar ha llegado a un punto de silencio expectante dentro del cual y por el cual ha sido consciente de una realidad interior, puede decirse que en el ser humano ha empezado automáticamente el proceso consciente de la búsqueda de su propio arquetipo, siendo ese arquetipo, de aquel momento en adelante, el que va a regir el proceso vital de su existencia, en el plano físico, en el orden emocional, y en el nivel mental, buscando aquello que está más allá de la esfera de los tres mundos. Aquello que está más allá de las posibilidades inmediatas, aquello que está más allá de la luz del entendimiento normal o corriente, del que utilizamos constantemente en nuestra vida de relación social.

Por tanto, la evolución es la ley máxima de la existencia. Es la ley del ser buscando su proyección en el tiempo, creando y renovándose a través de los distintos arquetipos que la naturaleza ha ofrecido a todo ser viviente para realizar ese milagro de orden en todos los siglos de caos. El hecho mismo de que ustedes estén aquí en silencio expectante tratando de comprender cada vez más y más el impulso que guía su razón y su entendimiento y el poder que renueva todas las cosas y que late en el corazón es una demostración objetiva de que ustedes están buscando y tratando de realizar ese arquetipo de evolución para lo cual hemos sido programados como seres humanos. Y, al hablar de leyes espirituales, partiendo de una sola ley, cual es la ley de evolución, tenemos que decir que, consubstancialmente, con la ley de la evolución como caras de la misma moneda de la evolución, están las leyes del karma y las leyes de renacimiento o reencarnación. Hay que apelar, por tanto, para los profanos, a hurgar en el entendimiento buscando la razón de ser en la búsqueda de los arquetipos, pues un arquetipo de perfección en cualquiera de nosotros no puede ser realizado instantáneamente, sino que debemos proyectarnos en el tiempo, y que es en el tiempo y siguiendo estas leyes antes descritas, como podemos realizar estas sutilidad de conciencia en todos los cuerpos, desde el físico al más elevado, para poder reflejar la gloria de un arquetipo. Por tanto, a la ley del karma se la denomina con justicia la ley de misericordia, tan diferente de aquella otra ley que da solamente un plazo en la vida del ser humano para realizar un arquetipo rígido, inconmovible, cuando la misericordia del ser que nos engendró de su propia conciencia nos da toda la eternidad, Ahí se basa seguramente la ley del karma, la ley de causa y efecto, pues el karma, por su ley, es aquel aspecto de la conciencia que nos permite situarnos a caballo del tiempo y consumar en el tiempo toda expresión de vida, de conciencia de cualidades dentro de nosotros, buscando una culminación. Esto es muy distinto de paralizarse en el tiempo, pues si bien la ley del karma nos da la posibilidad de realizar en un tiempo eterno las posibilidades de desenvolvimiento de nuestra conciencia, no es menos cierto que no podemos paralizarnos en el camino un sólo momento para no quedar rezagados, y para poder vivir libremente aquel arquetipo cuya misión es reflejar a través de nosotros la Gloria de Dios manifestado. Y, naturalmente, hablando de esta parte de la moneda, o esta cara de la moneda de la evolución, que es la ley del karma, existe la gran ley de renacimiento, la reencarnación, que es la única ley que da un sentido a la vida del creyente, que no ofrece un tormento en el infierno ni un premio en el cielo, sino que te ofrece la eternidad del tiempo para que vayas desarrollando, día tras día, aquellas posibilidades latentes que deben convertirte en un Hijo de Dios. Estas leyes son las verdaderas leyes de la existencia, es el único poder de la gracia, es aquel poder que renueva todas las cosas, es el agua de vida que tanto precisa el sediento peregrino envuelto en problemas y dificultades. Por un lado tiene el deseo de llegar y por el otro encuentra las dificultades de sus vehículos, de sus moradas transitorias de carne, emoción y de entendimiento. Existe un poder, este poder que hizo exclamar al Pablo de Tarso: “El Reino de Dios puede ser arrebatado por la violencia”, dándonos una idea de que el proceso de evolución del ser humano tras la búsqueda de su arquetipo, podría realizarse con un aceleramiento del proceso, y que solamente aquellos seres humanos que se esfuerzan son los que pueden realmente demostrar el arquetipo para el cual toda la raza humana ha sido programada, pues, todos estamos seguros de que existe esta fuerza en nosotros.

Las Leyes de Evolución del Hombre

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Asociación Vicente Beltrán Anglada

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